
Una de las voces de referencia en la radio española nos ha dejado esta pasada madrugada víctima de un cancer que al final le ha ganado la batalla. Para muchos,
Carlos Llamas ha sido un compañero de viaje, un maestro que nos impartía la lección diaría cuando llegábamos a la cama. Era un crítico, siempre atento para dar una oponión en su justa medida, sin estridencias, sin los fundamentalismos que tan de moda están en algunos micrófonos de este país. Hoy, mientras trabajaba, he ido escuchando a ratos la Cadena Ser con un nudo en la garganta, para que negarlo. Escuchando los tonos que anunciaban su programa, o a los oyentes que llamaban a la emisora para mostrar sus condolencias, emocionados. Todos coincidían en algo. Cómo podían haber llegado a querer, a apreciar tanto a una persona a la que no conocían en persona. Pienso que en realidad todos los que le escuchabamos le conocíamos, porque él no era de esas personas que representan un papel cuando se sientan delante de un micrófono. Charly, cómo le llaman sus amigos, seguirá para siempre en la memoria colectiva, no sólo de sus oyentes, si no de un país ávido de comunicadores sinceros y comprometidos. Lo dicho, hasta siempre, Charly.
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