Hu Jin Tao, líder de la nueva China emergida tras la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos, figura en la
lista negra que
Reporteros Sin Fronteras elabora con los máximos represores de la libertad de prensa en el mundo. Las facilidades que tenemos en nuestro país para seguir las olimpiadas a través de todos los medios de comunicación imaginables, i
ncluida la red de redes, contrastan con los topes que el gobierno chino impone a sus propios ciudadanos, una labor en la que no hay tregua olímpica. Internet, ‘capada’ en el gigante asiático para que no puedan consultarse páginas consideradas no adecuadas por los censores oficiales, es la punta del iceberg de una situación que se repite en otros muchos lugares del planeta. Las grandes empresas que comercializan los mayores buscadores de la red,
han accedido a las exigencias de los nuevos comunistas para poder explotar su negocio en un mercado de más de mil millones de personas.
Todo un caramelo demasiado apetitoso para dejarlo escapar pensando en libertades y democracia. Las cuentas de resultados no entienden de derechos humanos. Para qué reflexionar sobre las
denuncias de torturas que
Amnistía Internacional hace públicas, provocando con ello que la página web oficial de esta organización no fuese accesible en China ni siquiera desde el centro internacional de prensa. No hace falta rumiar sobre la represión a la que se ven sometidos los activistas contrarios al régimen de Beijing, mientras los deportistas compiten sin mayores agobios en sus sedes. Los incidentes sucedidos en Tibet hace meses, donde pudimos comprobar como la maquinaria gubernamental se empleó a fondo para reprimir a los que protestaban en la calle, tampoco movieron muchas conciencias entre los líderes del mundo mundial. Algunos se mostraron “preocupados” en público por lo sucedido, eso sí, nada de una condena clara y contundente por el uso excesivo de la fuerza contra civiles. Casualmente, la propia red, censurada y temida por el gobierno chino, fue uno de los canales a través de los cuales se denunció al mundo entero la situación que allí se vivía. Estos juegos, concedidos con una mano en alto para otorgar el voto a favor y la otra en la nariz para huir del nauseabundo olor a dinero e intereses, son una gran operación cosmética del estado totalitario oriental para encandilar al mundo.
No es la primera vez que ocurre. Ya puestos, los próximos que se los concedan a
Corea del Norte.
Publicado en la edición impresa de Diario Palentino, el sábado 16 de Agosto de 2008
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