Ya tenemos un nuevo país rescatado, con dinero de todos, para regocijo de los llamados mercados. Irlanda ha tenido que ceder a las presiones de gobiernos y capital, aceptando un rescate que no necesitaban, o al menos eso decían. Unos fondos que, a pesar de ir destinados básicamente a las entidades bancarias del país, será el Estado el responsable de devolver a socios europeos y demás entidades que participan del salvavidas económico. Los ciudadanos pagamos, y avalamos a la vez. ¿Alguna duda de que estamos sufriendo esta crisis los que menos culpa tenemos de su aparición?
Al igual que nos ha tocado a nosotros, y a la mayoría de países, el Gobierno de Irlanda ya está planificando el duro plan de ajuste que exigen los invisibles poderes económicos para dejar a su economía tranquila durante, al menos, unos meses. Subidas de impuestos, recortes sociales... la canción de moda en las economías mundiales, pese a que los únicos que bailan son los dueños del dinero a gran escala. Irlanda, la niña bonita liberal, el modelo a seguir, el ejemplo que Mariano Rajoy ponía para hablarnos de éxito... ha caído.
En la lista de negra de países abocados a sufrir este repaso para calmar la voracidad de beneficios que requiere una economía mundial saneada, Portugal nos precede y comienza a temblar. ¿Seremos los siguientes? Se preguntan nuestros hermanos ibéricos. No tengáis ninguna duda: Sí. La vieja Europa entrega a sus hijos para poder seguir compitiendo y evitar que chinos por un lado y norteamericanos por otro hagan la guerra por su cuenta para salvar sus respectivas economías, y a los demás que nos den. La semana pasada, Joaquín Almunia auguraba una larga crisis si estas actitudes triunfaban en los dos grandes focos económicos aunque, más que a amenaza, sus palabras sonaban a imploración desesperada para que no nos dejen solos. Si hay que devorar a Irlanda para ello, así sea. Si es preciso poner en cuarentena a Portugal, no hay problema. Grecia ya es historia.
Hubo hace meses una campaña - muy acertada - del Consejo Superior de Cámaras de Comercio, con un lema: "Esto sólo lo arreglamos entre todos". Gran verdad. Tendrá que ser la ciudadanía la que de una vez corte de raíz la dictadura de unos mercados ajenos por completo a la desgracia de muchos, mientras haya otros tantos que sigan manteniendo su status, para proporcionarles así el suyo. Los gobiernos por si mismos han perdido la capacidad de hacer frente a la marea de especuladores que tumban sus economías, y precisan la ayuda de los que todavía tenemos la soberanía nacional. También la mundial. Somos más. ¿En qué mundo unos pocos cientos de personas pueden someter a miles de millones? En éste, porque nos dejamos. No miremos a nuestros responsables políticos para que solucionen todo mientras soltamos pestes a la televisión desde el sofá. Tomemos la iniciativa. Plantemos cara, o seremos los siguientes.
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