Desde que la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas puso en órbita al héroe Yuri Gagarin, el espacio se convirtió en un lugar bastante frecuentado. A los americanos, muy suyos en casi todo, no les gustó un pelo que los rusos se adelantasen, subiendo también a los cielos a la primera mujer, Valentina Tereshkova, y a todo tipo de perros como la famosa - y difunta en el viaje - Laika. No quiero pensar todo lo que ocurrió, y los sufrimientos que dormirán el sueño de los justos, antes de que los logros comunistas fuesen dados a conocer al público. Puede que en un futuro no muy lejano, cuando tengamos la capacidad de recuperar y estudiar toda la basura espacial que gira alrededor de nuestro bonito planeta en continua explotación, nos llevemos alguna desagradable sorpresa.
Columna completa en El Plural
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