Nuestro país es, podríamos decirlo así, un sitio donde el fútbol se siente con cierta pasión. No podía ser menos, en una tierra donde la política o el periódico que uno compra también se convierten habitualmente en motivo de cismas familiares. Con esto del fútbol hemos vivido casi todo. No voy a ponerme a documentar la columna de manera pulcra y tediosa, pero hemos convertido el deporte rey en cuestión de interés general para poder ver un partido gratis (es un decir) por televisión todos los fines de semana, asistimos a guerras por los derechos de retransmisión que se prolongan en el tiempo, y que en el pasado acabaron con nombres propios sin pasaporte y en el juzgado, y jueces prevaricadores apartados de sus funciones, manifestaciones populares para que el equipo de la ciudad no descienda de categoría… Seriales dignos de España, como el hecho de que vayamos a presenciar una huelga de jugadores en la primera jornada de liga, solidarios como son la mayoría con los compañeros que no cobran mientras sus clubes siguen fichando a golpe de talonario.
Columna completa en Cuarto Poder
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