Con todo lo que se ha publicado sobre Grecia, quizás no sea un
destino que figure entre las ternas de la gran mayoría para dar la
bienvenida al nuevo año. Con su tecnócrata gobierno recién estrenado y
una crisis de galopa y corta el viento, el país que nos pintan a
los de fuera invita a verlo… por televisión. Sea como fuere, la
decisión estaba tomada y este año las uvas se comerían en Atenas. Al
final no fueron uvas, pero rompimos unos cuantos platos. Relaja una
barbaridad.
Viajar a Grecia en estas fechas puede ser complicado. Más que los
horarios de los vuelos, que los hay en abundancia, uno debe tener
cuidado con las huelgas que se suceden tanto en nuestro país como en el
heleno. Los controladores están delante de las pantallas este año, así
que los pilotos de Iberia han decidido coger el testigo. Arriba los
pobres del mundo y tal, no vaya a ser que, por una casualidad muy poco
española, fuésemos a pasar una Navidad sin problemas en los aeropuertos.
Antes hemos visto a la selección de fútbol ganar un Mundial, que unas
vacaciones sin cirio en la terminal. Una vez comprobado que el día
elegido no coincide con protestas de los colectivos de trabajadores
implicados en el vuelo, tanto en España como en Grecia, puede uno
prepararse para sobrevolar las penínsulas más azotadas por los mercados
en la zona euro, echándose en brazos de cualquiera de los dioses helenos
para que las turbulencias en ruta no sean del mismo calibre que las
económicas.
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