Una mujer lee la prensa oficial en La Habana / Ion Antolín |
El día en que Fidel Castro cumplió 86 años fue una jornada como las
demás en La Habana. La mayoría de parroquianos, apostados en las puertas
de sus casas, comentaban la longevidad del comandante, y bajo sus
palabras podía atisbarse ese punto mínimo de ironía en el que reside un
deseo para que esta onomástica sea la última. El más atrevido de todos,
joven, teorizaba sobre la posibilidad de que el líder revolucionario
estuviese ya criando malvas, y esos mensajes que solían emitir por la
televisión de la isla fuesen el testamento audiovisual de Fidel, al
igual que los artículos - “reflexiones” - que aparecen en el diario
oficial Granma. En estos últimos, el barbudo ensalzaba la figura de
Erich Honecker como la del mayor revolucionario alemán que había
conocido. Arriba. Hasta de esto se ríen ya los cubanos de a pie.
1 comentarios:
Pues FELICIDADES...
Abrazo Ion,
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