Los hemos denominado “estados fallidos”, para así tapar nuestro propio fracaso atribuyéndoselo a sus habitantes. Suelen ser tierras asoladas por la guerra y el hambre, dónde la expresión crisis económica suena a pedantería para quienes solo han conocido sufrimiento. Somalia es uno de esos países que no llegan a tal según los que analizan estas cuestiones en el primer mundo. Como si fuese necesario tener un gobierno responsable y alejado de la corrupción para ser merecedor de los derechos que asisten a cualquier otro ciudadano que resida a unas horas de avión de la capital somalí.
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