He tenido que leerlo dos veces para creérmelo. Incluso comprobé que no me encontraba en una macabra web que difunde bromas pesadas, que las hay. El síndrome del folio en blanco, que le lleva a uno a tener que dar vueltas y vueltas por diferentes lugares de la Red hasta encontrar un tema que comentar con ustedes, a veces depara gratas sorpresas, y en otras ocasiones el descubrimiento de hechos que revuelven el estómago. Hoy es un día de estos últimos. Se me ha venido a la mente la graciosa jirafa protagonista de la película Madagascar, enamorada de la hipopótamo que también forma parte de la pandilla. He pensado en los niños que asistieron al espectáculo… Se lo cuento.
Un iluminado, mente preclara que dirige el zoo de Copenhague, decidió que la jirafa Marius no era digna de seguir gozando de la vida por culpa de un perfil genético poco lustroso. El pobre animal, que poca culpa tenía de lo que hiciesen sus padres, y básicamente querría seguir pasando el rato sin hacer daño a nadie en las instalaciones del zoo, ya no está entre nosotros. Fue sacrificado con un tiro en la cabeza, delante de varios curiosos, entre los que se encontraba un grupo de niños, y luego gran parte de su cuerpo inerte fue arrojado a los leones para que estos se diesen el banquete del mes. Alucinarían los cautivos leones. ¡Jirafa! Y sin pegarnos un sofoco corriendo tras el bicho, como hacen nuestros colegas libres. Está todo documentado fotográficamente, con todo lujo de detalles. Si el asunto ya les produce, como a mí, cierta nausea, les recomiendo que no vean las imágenes. Al asco por lo que leen sumarán una sensación de tristeza complicada de quitarse en una tarde oscura y lluviosa como la que soporto mientras les cuento esta atrocidad.
Ha habido peticiones de todo tipo para evitar la muerte de Marius. Incluso otros zoológicos se ofrecieron para acoger a la jirafa. Nada hizo cambiar de opinión a los gestores, cuya decisión parecía más encaminada a dar una alegría culinaria a los leones que a permitir un día más de vida al inocente animal. La excusa ofrecida es que hay que asegurar que solo los mejores genes avanzan, y así garantizar la pureza de las nuevas generaciones que vean la luz en el zoo. El zoo de Copenhague, ese lugar solo apto para jirafas arias, o lo que sea. Todavía queda por saber quién fue el figura que, además de todo lo dicho, decidió darle al matarile carácter de acto público. Como diciendo por donde se pasaba las peticiones de clemencia. Y quién dejó que los niños contemplasen una escena que seguramente esta noche recordarán en todo su esplendor al irse a la cama. Mamá, miedo. Y así, en general, en qué clase de mundo vivimos en el que se mata a jirafas delante de unos críos y luego se arroja su cuerpo a los leones. Yo he debido perderme algo en los últimos años, porque cada día entiendo menos, y me enfado más… Igual que mi difunto abuelo.
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